La bienvenida de Moisés
Llegamos al puerto de Algeciras una hora antes de embarcar. A los pocos minutos llegó un motero marroquí llamado Moisés. La mirada le delataba, era un amigo, alguien de confianza, apetecía darle un abrazo. A veces pasa, la gente buena tiene ese don.
En apenas tres preguntas supo que no teníamos ni idea de nada. Ni ciudades, ni religión, ni el valor de la moneda. Hay que reconocerlo, bastante complejo era aprender a utilizar el maldito Basecamp de Garmin como para andar con esos detalles… Ante semejante alarde de ignorancia, Moisés nos ofreció una clase de cultura general de Marruecos durante el trayecto en barco. Aprendimos muchísimo, por ejemplo a decir gracias.
Una vez en el puerto de Tanger Med, quedaba completar los papeles para salir. Tardamos una hora, que pacientemente Moisés pasó fuera sentado a la sombra. Pensamos que se había ido, pero al salir allí estaba. Sólo quería asegurarse de que no teníamos ningún problema. Un tanto desconcertados por el trato, cumplimos con un abrazo y quedamos en que si pasábamos por Casablanca iríamos a verle ya que estábamos invitados a quedarnos el tiempo que quisiéramos.
Estos pequeños relatos queremos guardarlos porque buscamos parecernos a esos amigos que nos encontramos por el camino.