La India nos pone a prueba
En el post anterior comentábamos nuestra llegada a la India, un paseo para los sentidos que culminaba en la invitación del hotel la Green Olive para crear la buena impresión de los primeros diez días, pero desde ese momento nos esperaban un par de semanas en las que todo cambiaría.
Desde Ellora hasta Delhi, pasamos por Dhule, Indore, Kota y Agra, ciudades que no nos gustaron mucho. Al margen de no ser especialmente bonitas, apareció algo nuevo en el viaje… el sentimiento de inseguridad. Desde que salimos de Mumbai la gente nos había recomendado tener mucho cuidado en ciertas zonas de la India, no nos extrañó porque no era la primera vez que en algún país nos decían que tuviésemos cuidado. Pero en esta ocasión se estaba volviendo muy habitual que nos dijeran que tuviéramos muchísimo cuidado y que no parásemos ni a beber agua!! Diferentes personas de diferentes sitios comentándonos exactamente lo mismo. Además nos decían que había muchas violaciones. No me considero especialmente miedosa, pero fuimos encontrándonos con varios momentos incómodos donde para empezar dejé de saludar dando la mano y no dejé que me hiciesen fotos cuando nos lo pedían los hombres. Según nos metíamos en el interior del país, la actitud era más desafiante conmigo.
Empezamos a preparar mejor las rutas, sobre todo viendo los kilómetros que había hasta la siguiente ciudad. La India es muy grande, de una ciudad a otra puede haber bastante distancia sin hoteles o sólo con pueblos pequeños. Nos habían dicho que nada de acampar, así que hicimos caso y siempre buscábamos un hotel.
En las ciudades no estábamos muy cómodos porque con nuestra moto era difícil avanzar, están muy concurridas y siempre se nos ponían coches, bicis, motos y tuk tuks muy cerca para hacernos fotos. Más de una vez se han chocado o caído. Lo bueno es que no se pueden coger velocidades altas, sueles avanzar a 20km/h por los tapones que se forman.
En Dhule, mientras cenábamos en el hotel vino un empleado a buscarnos para que fuéramos a recepción para hablar con la policía. Al parecer en ese Estado cuando un extranjero se queda a dormir es necesario que la policía vaya a hacerle una foto… Nos enseñaron una documentación en indio que podía ser un carne de policía como una tarjeta de supermercado. Interrogaron a Javi y finalmente nos hicieron unas fotos con el móvil y se fueron. Fue todo un poco raro, no nos gustó mucho, estas cosas se estaban volviendo algo normal en la India y después de tanta advertencia estábamos en alerta.
Entre Indore y Kota hay unos 300 km. Nuestra idea era hacerlo rápido sin pararnos mucho y llegar pronto a Kota para descansar y al día siguiente seguir dirección a Agra. Pero en la India no hay nada fácil y la ruta se nos complicó por las lluvias, la circulación y los caminos. Lo que creíamos que haríamos en 4 o 5 horas, se volvieron en 9h, llegando de noche.
Al día siguiente la lluvia nos dio una tregua, pero el GPS no, a mitad de camino no reconocía las carreteras. Al final acabamos por un camino entre pueblos y aldeas donde rezábamos porque no nos dejase tirados la moto, jejeje. La llegada a Agra fue brutal, se nos había hecho de noche y cuando entramos las calles estaban abarrotadas de gente, era imposible circular (al día siguiente nos enteramos que había una fiesta). En plena ciudad de Agra buscando un hotel casi sin poder movernos por la cantidad de gente que había por todas partes, fue un momento bastante agobiante. Pero al final encontramos un sitio donde descansar :)
Pasamos un par de días en Agra mientras Javi se reponía de un resfriado. Aprovechamos también para visitar la fundación Wildlife SOS India. Una fundación que ha conseguido que una tradición de 400 años donde se maltrataban a los osos desaparezca en unos pocos años. Dejamos enlazada aquí su historia y nuestra visita.
En sólo unos días nuestra impresión de la India se había transformado por completo. La gente se comportaba de manera muy agresiva y burlona. Habíamos llegado a un estado de absoluto odio a la India, y una de las cosas que más nos fastidiaban es que nos veíamos obligados a cambiar nuestro carácter. Pedir las cosas por favor no valían de nada, si eras amable se aprovechaban de ti, sólo funcionaba hablarles con órdenes bruscas o gritarles con mala cara, eso les mantenía apartados, una pena. Nos encontrábamos desconcertados y con ganas de quemar la India, pero esto es sólo la segunda parte de una historia con cuatro partes ;)