Primera semana en Australia
Welcome to Australia.
Aquí va el primer post sobre Australia. Nueve meses después nos encontramos sumergidos en un proceso burocrático de los que nunca sabes cómo va a salir todo: Importación de la moto, fin del visado de estudiante, trámites para el visado de trabajo, etc. Pero mientras, vamos a ir contando cómo fue nuestra llegada a Australia. Ah, y cuando pueda escribiré un post sobre cómo hicimos los visados australianos y nuestras recomendaciones.
La llegada fue tan caótica como nuestra salida de Kuala Lumpur. Pero teníamos ese ritmo acelerado de las últimas semanas por Asia, con un montón de retos que por narices teníamos que cumplir. El primero de todos, sacar la moto de la aduana, y segundo buscar alojamiento. Lo único que habíamos contratado era un alojamiento de Airbnb para pasar un par de días. Esto sería un miércoles, y nuestras clases comenzaban el siguiente lunes, así que teníamos ese margen para encontrar una casa, un sitio donde aparcar la moto y cambiar nuestro look motero por una ropa un poco más normal.
Esa semana conseguimos sacar la moto sin problemas, bueno, con algún retraso porque la cuarentena no abría todos los días y alguna visita extra a la oficina de aduanas. Pero pasamos las cuarentena!! Era uno de los tramites que más nos preocupaba ya que si no la pasábamos teníamos que volver a limpiarla y por lo que nos habían dicho en Australia costaba unos $500… Pero nos dieron el visto bueno :) Y ahora venía nuestra siguiente duda, ¿arrancaría la moto? ¿podríamos llegar hasta la casa? Pusimos la batería, montamos el depósito, nos miramos fijamente entre risas nerviosas, pulsamos el botón de arranque y… sí!!!!!! Arrancó y llegamos a la casa. Por Facebook alguien nos dijo que podía deberse a que cuando limpiamos la moto se quedo algún borne mojado, pero lo cierto es que no teníamos ni idea, la moto volvía a funcionar por arte de magia :D
Lo de buscar alojamiento en Australia lo hicimos bastante rápido, exactamente en dos días. La primera casa que vimos teníamos que compartirla con estudiantes de fiesta y la moto tendría que quedarse fuera. La segunda en cambio la compartiríamos con los dueños y tenía buena pinta. Pero con el tiempo fuimos descubriendo muchas sorpresas, situaciones muy surrealistas e incluso terminamos marchándonos básicamente porque no nos sentíamos seguros. Contaremos en detalle nuestra vida en la casa porque tiene miga, jajaja.
Por aquel entonces era principios de Mayo de 2015, y veníamos acostumbrados a más de un año persiguiendo el buen tiempo. Pero al cambiar de hemisferio en Sídney comenzaba el invierno. El primer mes pasamos mucho frío. No es un invierno como el de España, pero a 6ºC sí que llegaba a bajar algunos días. El principal problema es que llegamos con el dinero justo para vivir unos meses y sólo teníamos unos pantalones, un par de camisetas y un forro polar, el resto era equipo de moto, y aunque mola un montón… no vas a ir así a clase :D Así que lo primero era buscar ropa; ya sabéis, zapatos negros, camisas blancas, pantalones negros… ha ser posible que ese vestuario sirviese para todo, buscar como camarero, en tienda, supermercados y, porque no, algún puesto de oficina. Ah!! Y para ir a clase.
Los sentimientos eran extraños. Habíamos pasado en cuestión de días de viajar por sitios rurales del Sudeste Asiático a la vida urbanita de Sídney. La cultura, las miradas, el ritmo de vida, todo era muy distinto. Dábamos mucha importancia al comienzo del curso porque nuestra visa de estudiante nos obliga a asistir a un 80% de las clases, en caso contrario te pueden expulsar del país. Así que no queríamos gastar ese 20% nada más comenzar teniendo todavía que buscar trabajo. Los primeros nueve meses en Australia han sido duros, adaptarse a un nuevo país es difícil, y si no tienes el idioma más. Pero tiene su lado bonito y es que es un gran reto. Nuestra primera semana después de estar de un lado a otro, la superamos. Con casa, moto y… algo de ropa, jajaja. Empezábamos una nueva vida, más sedentaria, con rutinas y a veces un poco frustrante, pero también con la emoción de tener una nueva etapa por delante sin saber a dónde te va a llevar.